Andrés Iniesta son 22
años de gloria. Andrés Iniesta es el talento de jugar y la magia de inventar.
Andrés Iniesta es Barcelona, toque, sueño y fútbol. Andrés Iniesta es eterno.
Una reja negra, con un
logo que no parece estar bien escrito. Un complejo donde viven decenas de
jóvenes que luchan por su sueño. Pero esa noche de 17 de septiembre de 1996, un
niño con ilusión y valentía, se la pasó llorando. Es difícil ir y ser de
Fuentealbilla, Albacete, y dormir en La Masía. Los minutos pasan lento. Ya no
hay potrero.
A unas cuadras de allí,
el padre del niño que lloraba también tenía lágrimas en los ojos. José Antonio
no aguantaba en ese hotel. “Creía que me moría, no tenía oxígeno en la
habitación”, confesó tiempo después. Y ese día armó la valija, estaba dispuesto
a ir a buscar a su hijo y volverse a los pagos. Su esposa lo freno: “No puedes
ser tan egoísta”, le dijo y el padre resistió.
En La Masía, el joven
Andrés Iniesta no sabía que sería uno de los mejores jugadores de la historia
del Barcelona, España y el futbol Mundial. No sabía que su país iba a ser
campeón del mundo por primera vez con un gol de él. No sabía que Fuentealbilla
recibiría turistas por él. No sabía que el presidente de la revista francesa
France Football le pediría perdón por no darle el balón de oro. No sabía, el
joven Andrés, que 22 años después también lloraría, sentado, en el banco de
suplentes del Barcelona, luego de una de las ovaciones más grandes de todos los
tiempos. Iniesta no sabía y, por eso, esa noche estaba triste.
…
Andrés Iniesta Luján
nació el 11 de mayo de 1984 en Fuentealbilla, en la provincia de Albacete, al
sureste de la “Península Ibérica”. Comenzó su trayectoria futbolística a los
ocho años en las categorías infantiles del Albacete Balonpié. Cuatro años más
tarde, llegó a La Masía de Catalunya, la casa del Barcelona F. C., de donde no
se iría hasta el domingo 20 de mayo de 2018, es decir, 22 años después. Jugó
674 partidos, metió 57 goles y realizó 143 asistencias. Ganó 32 títulos y es
record, junto con su amigo Leo Messi.
Iniesta debutó con la
azulgrana en octubre del 2002. Se convirtió en un ícono inigualable de un
Barcelona que llegó, con Pep Guardiola en la dirección técnica, a ser el mejor
equipo de todos los tiempos, probablemente de cualquier deporte. “El Cerebro”,
como le decían por su inteligencia y rapidez mental lúcida y poco conocida,
Andrés fue un jugador de transición entre dos momentos.
La época añeja del
fútbol, con tenencia de balón y lentitud similar a la prolijidad y la belleza
(que llegó hasta parte de la década del 90), empezó a ser modificada por un
fútbol con inseparable precisión de la dinámica, vertiginoso, de adelanto y
retraso en bloque. Del 4-3-1-2 al 4-2-3-1 bien europeo hay algo más que números
que parecen prefijos telefónicos: hay entera una época.
Iniesta fue el
complemento perfecto de esas dos etapas del ´futbol europeo. Tenencia tranquila
y dinámica. Pase gol y gambeta con llegada. Lujos y simpleza. Pero el mejor y
quizás el único que lo definió de una manera grandiosa fue él mismo. Tenía
alrededor de 10 años y luego de un partido un periodista lo fue a entrevistar,
le pregunto cuál era su rol en el campo y se sorprendió con la respuesta:
“Tengo que estar en todo, para hacer oportunidades y marcar goles”.
...
“Para mi hijo las
mejores botas”. José Antonio Iniesta sabía que Andrés quería y merecía lo
mejor. Pero José Antonio no tenía facilidades económicas. Por eso esa frase,
que puesta en boca de algún burgués hubiese significado un capricho de niño, en
ellos era la ilusión de la humildad, la grandeza de los de abajo. José Antonio,
albañil de Fuentealbilla, tuvo que ahorrar dinero durante tres meses para
comprarle sus primeros botines a Andrés.
Y Andrés la rompía.
Jugó en 1996 el Torneo Nacional Alevín de Fútbol 7 de Brunete Sub-12. Los dos más grandes de España se fijaron en
él. Soy “del Madrid a todo poder”, dijo, cuando le preguntaron. Pero terminó
del otro lado. Terminó en Catalunya. En la Masía. En Barcelona.
Andrés no quería irse.
Le costaba. Estaba cómodo en Fuentealbilla y Albacete. Decidió que era mejor
por ahora estar en el lugar de siempre. Con la calle, los amigos, el potrero.
No obstante cuando hizo ese recorrido pensó en su familia. Se acordó de loes
tres meses que el viejo le dedicó a comprarle un par de zapatos para jugar a
eso que él amaba. Sentía que algo le debía. Un día lo encaró a José Antonio
entonces y tomó la decisión. “Voy a Barcelona por ti”.
…
22 de julio de 1999.
Barcelona juega la final del mundialito de clubes. El capitán, el que levantará
la Copa, hace el gol del torneo con un remate franco que clava arriba a un
costado. Todos salen festejando mientras un Andrés Iniesta de 15 años corre y
sonríe con la grandeza de un adulto y la inocencia de un adolescente que hace
las inferiores en La Masía.
Salen campeones. El
capitán del primer equipo del Barcelona le da la copa. Le dice que dentro de
poco lo va a ver en el Camp Nou. El capitán tenía razón. De hecho, luego él
mismo dirá que Andrés estaba siempre “en los grandes partidos” y que “nadie
había dominado como él”. Claro que eso vendrá después. Porque cuando le dio la
Copa del Mundial juvenil de Clubes, Pep Guardiola sospechaba, pero no sabía,
quién iba a ser Andrés Iniesta.
...
“El Cerebro” debutó en
la primera del Barsa en octubre del 2002 en una victoria contra el Brujas por
la fase de grupos de la Champions League. De ahí, no solamente surgió el mejor
equipo de todos los tiempos, sino una cantidad enorme de historias de gloria.
En 2006, una noche
lluviosa de 17 de mayo, el Barsa se iba al entretiempo perdiendo 1 a 0 contra
el Arsenal de Wegner. Se jugaba la final de la Champions. Todos dicen, casi sin
excepción, que el partido cambió porque en el descanso Frank Rijkaard puso a
Iniesta. Barcelona ganó 2 a 1 y se consagró campeón de Europa.
El 6 de mayo de 2009,
cuatro días después de haber vencido 6 a 2 al Real Madrid en el Santiago
Bernabéu, Barcelona se jugaba el pasaje a la final de la Copa de Europa. El
partido estaba parejo. De repente, como en los cuentos de hadas o en los
policiales clásicos, el genio frota la lámpara. “Chuté con el alma”, dirá
Andrés, que pateó desde afuera del área y la clavó al ángulo, para llevar a su
equipo a Roma, donde conducen todos los caminos. Ese día, histórico, es
recordado aún hoy como el “Iniestazo”.
Y así se podría seguir,
con el 5 a 0 al Madrid de 2010 o el 4 a 0 en 2015 con gol del Cerebro, las
Champions de 2009, 2011 y 2015, las ligas, los clásicos. Se podría seguir
porque hablamos del Barcelona. Porque hablamos de Iniesta. Porque Iniesta es
Barcelona.
…
Dani Jarque tenía la
misma edad de Andrés. Debutaron ambos en el 2002. Iniesta lo conocía porque
jugaba en el Español, en la misma ciudad del Barcelona. No eran amigos, pero
tenían una buena relación. Jarque murió en agosto de 2009 por un infarto agudo,
sorpresivo, un mes después de convertirse en capitán de su amado Español. Los
que lo conocen a Iniesta dicen que le costó mucho superar esa situación. Le
tenía mucha estima, lo apreciaba. No entendía lo que había pasado.
El abuelo de Iniesta
dice que su nieto si pudiera le haría bien a cualquier persona en el mundo.
Será por eso, tal vez, que decidió hacerle a Dani un homenaje histórico. Y le
dedicó el gol más importante de su vida.
…
“Una sorpresa hermosa”.
Pero ante todo sorpresa. Para él y para la prensa mundial, indignada porque el
Balón de oro del 2010 se lo llevo Leo Messi. Porque al lado estaba, sonriendo
siempre con su amigo, el campeón del mundo Andrés Iniesta. El de la gambeta, el
del mágico control de balón. El que se merecía la distinción. Pero con Messi es
muy difícil.
Iniesta nunca ganó el
balón de oro. Maradona tampoco, se podrá decir. Pero el cerebro se lo merecía.
El hombre que tenía el talento de inventar, según la propia revista France
Football, que hace un mes hizo una editorial hablando de Iniesta. El título era
claro y elocuente: “Perdón, Andrés”.
…
“La palabra es tiempo y
el silencio eternidad”. La frase corresponde al (poco conocido) filósofo
Maurice Maeterlinck. Lo que no tiene ya que decirse, lo que no tiene que
hablarse, es porque queda para siempre. Y la eternidad no es para todos, es
para elegidos momentos de la historia.
Iniesta, según el
mismo, escuchó “el silencio”. Sentía que ese instante era para siempre, o no era.
Hace pocos minutos Iker Casillas los había salvado. La Furia Roja nunca había
sido campeona del mundo. Holanda, tampoco. Pero Iniesta estaba ahí y ya no
importaba nada. Era él y la pelota. Él y la vida, Él y la gloria. Él. Remató
contra el arco y contra la historia cuando la pelota le quedó picando. La red
se infló.
Iniesta se sacó la
camiseta y tenía una inscripción abajo que decía “Dani Jarque siempre con
nosotros”. Corrió. Toda España iba con él. Era 11 de julio de 2010 y España
dejaba de ser de las seleccionas no campeonas del mundo. Un equipo iba a la
gloria. Andrés Iniesta sonreía, porque corría para siempre a la eternidad.
…
Una vez le preguntaron
cómo era ser él, o algo así. Cómo se sentía. Y su respuesta fue elocuente:
"Héroe es el que lucha contra una enfermedad, o el que tiene que emigrar
para dar de comer a sus hijos. Yo soy sólo un futbolista”.
Santiago Nuñez.
Ilustración de Laura
Thomson.
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