En
enero de 1997 pisa la Ciudad de Mar del Plata el plantel del Feyenoord de
Holanda para mostrarse y jugar algunos amistosos. La figura del equipo era por
esos días Ronald Koeman, ex jugador existoso de aquel Barcelona multicampéon,
que estaba haciendo su retiro y apostaba a ganar un título más en la liga de su
propio país. El club ya tenía contratados a dos jugadores argentinos que habían
pasado por Rosario Central: Pablo “Vitamina” Sánchez y Claudio “El Pato” Graff.
Dicen
que Koeman quería rodearse de jugadores de calidad; quería un buen equipo que
le permitiera brillar y ganar el título final para galardonar un retiro
fustbolístico conforme a su historia, justo en esa temporada. Fue entonces, en
aquel verano, en la Ciudad Feliz, cuando Enzo Gennoni ex jugador Canalla y
representante de jugadores acercó a un jóven delantero, rápido y lleno de
goles: Pedro García.
Pedro
se sumó al plantel a prueba, compartió el hotel, las prácticas,y hasta hizo
goles. Se mostraba excéntrico con su pantalón azul de rugby, su remera verde
que parecía no ser de su talle, los zoquetitos y botines de ocasión. Caminaba
adelante de todos en la fila, sin importarle mucho la chapa de Koeman ni de sus
compañeros. Compartía mates con El Pato y Vitamina, a quienes parecía conocer bien
y que lo apodaban cariñosamenete “Bubu”, igual que al pequeño compañero del oso
Yogui. Al técnico, García parecía convencerlo; a Koeman, decididamnete, no. Lo
miraba de soslayo, como entreviendo algún asunto raro, alguna trampa.
El
astro holandés entendia y hablaba perfectamente el español, así que ninguna
charla que incluyera a sus compañeros argentinos le era del todo ajena. Tal vez
escuchó aquel día que Pedro (Bubu, el de las remera raras) dijo: “¿Y éste
gordito quién es? ¿A quién se comío?”. El señalado gordito era Koeman, claro
está, y Pedro García finalmente no era Pedro Gracía.
El
veloz delantero que el Feyenoord ya había decidido contratar era otro jugador
de Rosario Central, pero claro está que sus directivos no podían enterarse que
había interrumpido sus vacaciones para probarse en el club europeo. Su
representante supo develar el misterio y el engaño recién cuando fue necesario
firmar el contrato por cinco años. El jugador que Gennoni había llevado a
prueba era Eduardo “Tati” Bustos Montoya.
Además de jugar bien, Koeman tenía buen olfato: algo se traían entre
manos los sudacas.
Así
que El Tati armó las valijas y se fue a Holanda para jugar esa temporada con su
nueva camiseta. Ahí fue cuando todos desearon haber contratado a Pedro García,
porque Bustos Montoya las tiró todas por arriba. El Feyenoord llegó a la última
fecha con chanches de salir campeón, pero perdió con él ultimo de la tabla y le
entregó el título en bandeja al PSV Eindhoven solamente por un punto.
Clasificaron a la Champions League, pero El Tati decidió que el futbol europeo
con su caterva de estrellas definitivamente no era para él y pegó la vuelta
para jugar en su querido Central. En definitiva, ésta es la historia de cómo
Ronald Koeman se retiró del fútbol sin ganar su ansiado último título, y de
cómo El Tati Bustos Montoya arruinó unas vacaciones en Mar del Plata.
Alejandro Horacio Oviedo
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