El 7
de septiembre de 1979 se jugaba la final del Mundial Juvenil sub 20 de FIFA en
Japón. Ese día Argentina derrotó a la
Unión Soviética por 3 a 1 con un gol de un joven Diego Armando Maradona. Ese
mismo año, apenas unos meses antes (en Junio), nacía en Nardó (Lecce) un actual
jugador del Birkirkara Football Club de Malta.
Hablamos
de Fabrizio Miccoli, jugador talentoso y de prolongada carrera en Italia.
Miccoli vivió dos pasos no muy exitosos por la Juventus, jugó en la Fiorentina,
pero su mejor momento lo vivió en el Palermo, donde hizo 74 goles y conquistó
los corazones de la camiseta rosa. Tuvo una buena participación en el Benfica
donde jugó por la Liga de Campeones, haciendo algunos goles importantes. El
desquite fue ganar una Supercopa Portuguesa, que se suma a una Supercopa Italiana
que conquistó como jugador del plantel de la Juve sin demasiada participación.
Fabrizio no tiene más títulos en su palmarés, así como su paso por la selección
Azurra tampoco le dio mucho reconocimiento.
Jugador
popular y polémico, de esos queridos por las hinchadas, con aventuras
extravagantes y guiños para el gran público, Miccoli se hizo querer
especialmente por los tifosi del Palermo. Se dice, por ejemplo, que se hizo
amigo de Mauro Lauricella, hijo del capo de la Kalsa, mafia Siciliana del
barrio Árabe, a quién le había solicitado ayuda para cobrarse una deuda de
dinero que tenía con antiguos socios comerciales en un bar de la zona. Aventura
que le valió hace poco una condena de tres años y medio de prisión por delito
de extorsión. Dentro de la cancha Fabrizio era el fantasista: asistencias sin mirar al compañero, penales pateados
con calidad y displicencia, tiros libres a colocar, definiciones de esas que
enloquecen a cualquier hincha futbolero. Tanto así que en algún momento lo
apodaron “El Maradona de Salento”, nombre que él mismo debe disfrutar ya que su
hijo se llama Diego en homenaje a su ídolo, el 10 de Fiorito.
Lo
que nos gusta de Miccoli es que lo anda buscando por todo el Mundo al Diego de
Fiorito, porque tiene que devolverle algo que le pertenece: un juego de aros de
diamante que le fueron incautados por el fisco Italiano, en parte de pago por
la histórica deuda que ya todos conocemos y que Miccoli compró en una subasta.
Envió a una mujer a comprarlos por 25.000 Euros, con el solo objeto de
devolverlos a su legítimo dueño. La operación debía ser secreta, pero ya todo
el mundo lo sabe: Diego, te están buscando.
Pudo
haber sido en Nápoles, cuando Maradona estuvo de visita, pero regresó demasiado
pronto a Dubai. Pudo haber sido en Alemania (2010) cuando Diego era DT de la
Selección Argentina, pero Fabrizio estaba ocupado organizando el cumpleaños de
su pequeña hija. Así que los dos fantasistas
del sur Italiano se deben todavía un encuentro y un intercambio. ¿Por qué?
Porque Diego ya agradeció públicamente el gesto de Miccoli, así como elogió su
buen juego, y dijo que a cambio de sus aritos de diamante le va a dar el que él
mismo luce actualmente.
Ah,
una cosa, Miccoli es derecho; y si bien tiene algunos goles con la de palo, y
le sobra corazón, todavía le falta una punta de talento.
Alejandro Horacio Oviedo
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