El gol eterno


En el mundo futbolístico recordamos, o sabemos, qué pasó el 22 de junio de 1986. Todos. Los de acá y los de allá, siempre lo tienen presente. En Inglaterra fue un antes y un después en su fútbol. Después del gol de Maradona, del segundo, todo cambió para ellos. Tanto que la creación de la máquina del tiempo sólo fue para intentar cambiar la estructura del gol del siglo.

El 20 de junio del año 2036, en Londres, se descubrió que para viajar hacia el pasado no era posible alterar la materia, pero sí se podría hacer viajar la consciencia por medio de una droga llamada “Sándalo”. Esta sustancia era muy particular y provocaba un gran dolor. Mientras más se quería volver, más dolor provocaba en todo el cuerpo. Se hicieron algunas pruebas satisfactorias hasta que tocó el momento de hacer algo para cambiar ese presente que atormentaba tanto.

Las decisiones las tomaba un doctor llamado Oliver Harrington, que además de ser un científico seguidor de los saltos cuánticos, era fanático del Ipswich Town. No sólo era apasionado por el descubrimiento, sino que también quiso crear la máquina del tiempo con el fin de terminar el sufrimiento futbolístico británico. Su idea era que su máximo ídolo volviera al pasado. Así que luego del hallazgo, mandó a llamar a Terry Butcher.

Bienvenido, Butcher –Dijo emocionado el Doctor, mientras extendía su mano para saludar­ y luego de apretar palmas prosiguió- Es un honor tenerlo acá. La razón por la que lo llamé es que quiero cambiar la historia del fútbol y sacarnos del pozo que nos metieron hace cincuenta años. Yo siempre fui fanático de su estilo de juego y de la manera que tenía de defender a nuestra selección.
Muchas gracias, doctor –Dijo el antiguo zaguero anglosajón un tanto dubitativo- realmente no entiendo muy bien porque estoy aquí. Por más que yo adore el fútbol, ya me retiré del juego hace muchísimos años. No entiendo qué es lo que pretende conmigo hoy acá. Ya estoy muy viejo…
No diga más –Interrumpió Oliver ante las frases de Butcher- Yo lo traje porque usted es el único que puede cambiar la situación e impedir que Maradona nos anote el segundo gol en los cuartos de final del mundial ’86. Encontré la manera en mandarlo hacia el pasado y que usted dentro de la cancha haga todo lo que tenga que hacer para detener esa jugada.
¿De qué está hablando? –Irritado respondió Terry- Yo no estoy para hablar estupideces. Mire si hay manera de viajar al pasado y lo más importante es detener un gol con tanto otro que se puede reparar. No me venga con esa fantasía ¿Quién es usted? ¿Quién lo envía?
Es el más grande descubrimiento de todos los tiempos y es todo gracias a mí, nadie podría hacer con ella algo sin mi autorización –Sonriendo, el doctor avanzó con una pastilla azul hacia el anciano Butcher- Pude determinar lo que a muchos les resultó imposible hasta hoy. Y logré viajar en el tiempo. Es un procedimiento sencillo que hace viajar la consciencia hacia un momento determinado de la historia de una persona y, sabiendo lo que sucederá, uno puede actuar de la manera que desee y cambiar lo que vendrá luego de eso. Claro, el viajero no pierde todo lo que ya vivió, tendrá dos historias desde el momento de llegada hasta el día en el que viajó. Yo quiero que usted vuelva cincuenta años en el tiempo y con una falta, impida el gol de Maradona. Debo decirle que si bien es una pastilla, los primeros minutos del viaje pueden ser muy dolorosos, pero cuando retroceda no sentirá nada más. Cambiará el curso de nuestra historia futbolística. Será un héroe, quizá. Quizá sólo sea quien detuvo el mejor gol de todos los tiempos, pero su nombre será recordado.

Luego de comerse el speech del científico, Butcher tomó la decisión de ir. De viajar en el tiempo para poder vivir nuevamente esos cuartos de final. Agarró la pastilla y sin meditarlo, la llevó a su boca y tragó con un gran vaso de agua. El dolor no se hizo esperar y ni bien tragó, el estómago comenzó a contraerse y el corazón empezó a latir salvajemente. Sintió que no aguantaría más el dolor, que todo había sido una estupidez y empezó a llorar. Se desmayó.

Al despertar, el dolor había desaparecido, pero el calor lo ahogaba. Miró a su alrededor y ya no era el mismo lugar. Sintió su cuerpo más liviano y miró sus piernas, descubrió que ya no estaban flácidas y arrugadas. Se dio cuenta que estaba en México y que era el día en el que se enfrentarían a la selección Argentina de Maradona. Lo aterró darse cuenta que había funcionado lo que predijo el científico. Ahora le tocaba su turno.

Salió de su cuarto, miró a sus alrededores y se volvió a maravillar de lo que el fútbol le entregó y le estaba entregando nuevamente. Recordó sus años como jugador y los de entrenador. Todo eso lo llenó de nostalgia por eso que le tocaría vivir otra vez. Vio a sus compañeros de seleccionado, miró a Lineker, se acercó y le dio el abrazo de gol que más tarde no podría darle. Convocó a todos sus compañeros y les dijo “Hoy va a ocurrir algo extraordinario. Maradona nos hará el mejor gol nunca antes visto. Debemos detenerlo como sea, de eso depende nuestro futuro en el fútbol. No recuerdo bien en qué minuto será, pero cerca de los cincuenta nos hará un gol que nunca olvidaremos”. Todos los que componían la selección británica lo miraron y rieron a carcajadas. Nadie le creyó. Pasó el día intentando convencer a los jugadores que participaron del gol.

Cuando salieron hacia el Estadio Azteca, las piernas de Butcher no paraban de temblar. De sólo pensar en lo que se vendría, estaba aterrado. Al entrar en el campo de juego y ver a Maradona entre los que calentaban, se dio cuenta de lo que es realmente el fútbol y qué significa jugarlo. Los minutos pasaban como gotas de aceite hasta que el árbitro tocó el pito y arrancó el juego.

Butcher pasó toda la primera mitad viendo cómo Diego iba de acá para allá con el balón. Le maravilló ver cada movimiento del mejor jugador del mundo. Se enamoró en esos cuarenta y cinco minutos. Encontró en Maradona lo que representa la pelota para muchos de los que disfrutan el jugar. Descubrió otra realidad. Se dio cuenta que lo que hace más bello al fútbol es la pasión con la que se lo vive y que no existen reglas para poder ejecutarlo. Que cuando a uno le pegan una patada no es más que por impotencia y que te pueden devolver un caño cuando estás medio descuidado.

El segundo tiempo empezó y el corazón del número 6 no dejaba de latir nervioso. Un balón mal despejado y vio despegar al 10 albiceleste, volar a la altura de las manos de Shilton y hacer el primer gol de Argentina. Quedó anonadado al ver ese salto, esa mano. Fue mano y el árbitro no cobró la sanción. Gol para Maradona y faltaba el segundo. Ese gol que los enterraría y los sacaría del mundial.

Cuando “El Negro” Enrique agarró la pelota en el medio de la cancha, Butcher ya sabía lo que se venía. Empezó a gritar. Cuando pasó el balón al 10, sabía lo que se venía. Maradona comenzó a correr con la pelota y a esquivar jugadores, uno de ellos le tiró un manotazo, pero cuando quiso llegar, Diego ya estaba a tres metros. Uno por acá, otro por allá. Nadie podía frenarlo. Butcher sabía los movimientos, había soñado y visto ese gol millones de veces. Lo sale a cortar antes de que pise el área, Maradona lo dejó plantado otra vez. Era una locura. Sonrió y lo fue a buscar, ya sólo quedaba el golero en medio de la historia. Sólo Shilton podía hacer algo para que Víctor Hugo Morales deje de gritar en el micrófono radial. Butcher corrió desesperado, esta vez debía alcanzar al astro, estaba muy cerca del 1 y se venía la gambeta que dejaría al arquero despatarrado. El 6 dio una zancada y quedó a la altura de Maradona, Shilton ya se había jugado. Diego fue más rápido que la vez anterior y no le quedaba mucho tiempo. Saltó y se tiró a cortar el gol. Una falta en el área, un penal, podía cambiar todo y nadie contaría la vez que Maradona los dejó en vergüenza. Pero el salto, el golpe y su esfuerzo no sirvieron para nada, Diego fue nuevamente indestructible. Golazo.

Todos los ingleses quedaron mudos, miraron a Butcher levantándose del césped en el área chica, asombrados, no podían creer nada de lo que había pasado. Terry descubrió que por más que lo intente de diversas maneras, ese gol siempre será hecho. En esa jugada, Maradona será eterno. Supo que en el tiempo, sólo el fútbol va en contra de las leyes y no hay manera de modificar esa incertidumbre.
Al llegar al vestuario, Terry les contó a sus compañeros una historia sobre el futuro. Les relató sus pesadillas. Les dijo que a partir de ese momento, disfrutará el fútbol desde otra perspectiva. Que este juego siempre le dará revancha, quizás no sea el éxito lo que deban perseguir, pero sí jugar todos los partidos como si fuera el último. Años después, Butcher protagonizó un momento muy recordado en el fútbol al chocar cabezas con otro jugador y rompérsela, demostrando la vehemencia con la que iba a disputar el esférico. Ese partido lo terminaría cubierto de sangre.

Pasaron los años, Terry la vivió con la misma intensidad que siempre. Y esperó. Esperó ansioso. Espero que el 20 de junio del 2036 lo llamen y le propongan volver al pasado y vivir nuevamente ese maravilloso partido donde viva un gol eterno. 
Danilo Zárate Pacheco

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